9 de mayo de 2007

instrucciones para (sobre)vivir un día de spleen

1. Despertarse con el recuerdo de haber soñado. Es recomendable haber tenido varios sueños y, sobretodo, no recordarlos por completo. Sospechar que en el lenguaje incoherente y desesperante de los sueños se cifran, escondidos, los significados originarios –o al menos previos- del habla y la escritura.


2. Caminar.
Aclaración: el deslucido habito transformó la acción de caminar en un caminar a, o caminar hacia. Es necesario, por tanto, olvidar esas deformaciones.
Caminar: intr. ir de viaje.//andar.//tr. Recorrer una distancia a pie.
Cualquier rústico diccionario servirá para ilustrar la acción de caminar. (Este parece estar escrito por un verdadero poeta; a fin de cuentas, un diccionario no es otra cosa que una sistemática y ordenada recolección de metáforas habituales)

Caminar: ir de viaje. Moverse por pura necesidad de alimentar la percepción. Proveer al cuerpo de dinámica a fin de equilibrar la dinámica del pensamiento. Confirmación de humanidad.


3. Invisibilidad. Creer que nadie puede verte. Sentir que se es absolutamente anónimo.


4. Sentarse en algún lugar apacible de la ciudad (se sigue del pto.2) y tomar posición de mero observador, apartado de cualquier sujeto, inclusive uno mismo (se sigue del pto.3).
Intentar distinguir con claridad los distintos matices que se conjugan para formar el heterogéneo color del cielo. Escuchar las voces de la gente como vano rumor, tal si fueran sus palabras solamente la espuma que recubre el constante oleaje de su resguardada vitalidad.
Someter todo lo que se ve y se escucha a examen, un examen que no arroje resultados.


5. La palabra.
“El hombre en estado de spleen busca una palabra”. La palabra en cuestión (podría también remontarse a una frase completa) intenta sintetizar el sentir incierto.

Ilustración:
El hombre en estado de spleen decide posponer su paso por unos minutos. Busca a su alrededor algún lugar que le sea familiar; busca, sin rodeos, un asiento cómodo. Encuentra una pequeña plaza que parece hacerse espacio con timidez por entre las calles de la ciudad y divisa allí unos bancos que inspiran hospitalidad. El banco elegido está escrito en toda su superficie: ningún adolescente que por allí haya pasado parece haberse resistido a escribir en él. Las marcas se limitan en su mayoría a nombres propios o declaraciones de amor probablemente ya extinguidas.
El hombre en estado de spleen, al ver semejante profusión de mensajes, siente también deseos de establecer algún tipo de comunicación con los futuros huéspedes de aquel banco: es aquí donde se presenta el problema.
“El hombre en estado de spleen busca una palabra”. Una palabra que, por cierto, no encuentra ¿Cómo comunicar la enorme impotencia de querer decir algo que se sabe incomunicable? El hombre en estado de spleen toma entonces una lapicera y escribe en un rincón del banco no del todo protagonista y con una sensación de orgullo poderosa, la palabra que es marca de una palabra no encontrada: spleen.



6. En momentos en que cualquier sentido buscado parece estar aparejado, tanto en su pregunta como en su respuesta, a una purísima soledad, se produce el quiebre inevitable en el estado de spleen: entre pensamientos aparentemente autosuficientes se reconoce al Otro. (Sumido en tan romántico estado lo Otro se presentará, de seguro, como la personificación, rebosante de belleza, de una armonía en algún lugar oculta.)
El deseo estético entonces se conjuga al deseo de unión con algo externo que prometa, en su conexión, armonía.
No puede darse ningún estado de spleen sin la formación en la imaginación, de una Mujer o de un Hombre Ideal.
Ilustrar a la Mujer o al Hombre Ideal: hacer confluir en ella o él todas y cada una de las características que en algún momento pudieron generarnos placer. No dejar ninguna afuera.
El quiebre: la persona ideal es amorfa, sus propiedades tienden a contradecirse. ¿Cómo hago para que la Mujer o el Hombre ideal sean rubios y morochos a la vez, altos y bajos, callados y habladores, hombre y mujer?
La persona ideal se deshace y se transforma en una especie de ente amorfo con todas las potencias. Algunos le llamaron a eso Dios.
El hombre en estado de spleen desprecia lo divino: para desentenderse de Dios, se desentiende de lo Otro.


7. Dormir. Soñar.